19/4/08

Los muros y los rellenos (parte I)

En esta etapa se comienza con la elevación de la mampostería y la consolidación de los planos sub-rasantes o apoyos de los contrapisos interiores. En el proyecto, una impronta fuerte es el control de las variables climáticas y el acondicionamiento pasivo de la construcción, con el fin de ahorrar energía durante su vida útil y en un contexto (sugiero investigar este tema, en Argentina las proyecciones son bastante preocupantes) de escasas reservas no renovables, especialmente el gas natural. De manera que cada paramento será resuelto en función de la orientación cardinal, de la resistividad térmica esperada y finalmente de su cualidad estética. Estas decisiones se implementan tempranamente en la obra, sobre todo si implican interacción con las construcciones linderas; en este caso la pared medianera de apoyo de la vivienda tiene orientación sur y alterna sectores cubiertos con otros que no lo son, es decir que será necesaria la protección hidrófuga y térmica según el caso. Como primer paso se ha impermeabilizado el paramento de apoyo con concreto hidrofugante; puede advertirse en la imagen un ligero cambio de coloración en algunos sectores: esto se debe a que, una vez aplicada la protección es necesario cubrirla con una lechada de cal. Esto tiene 2 propósitos: por un lado proteger al concreto de la radiación solar directa que puede fracturarlo y por otro crear un puente de adherencia con revoques y mezclas. Un cuidado particular que debe tenerse es controlar el contacto entre los paramentos y el terreno natural o los contrapisos, en este caso se reforzó el concreto hidrofugante en estas zonas, para prevenir eventuales infiltraciones por ascensión capilar a través de materiales porosos.


Como paso subsiguiente se levantan las partes bajas de los muros de elevación, destinadas a soportar el peso de éstos (que en este caso serán dobles) y a materializar el freno a la ascensión capilar de la humedad del terreno. Tradicionalmente se utilizan para esto ladrillos comunes, mezclas de concreto y cal reforzada según el caso, la diferencia entre unas y otras radica en la trabajabilidad del material, el grado de impermeabilidad buscado y el precio del aglomerante (cemento, cal). En este caso, discutimos con el constructor un par de variantes y decidimos implementar una secuencia de trabajo diferente de la que habitualmente se usa (y por lo general figura en los manuales técnicos de construcción), mostraré ahora las imágenes y en un próximo posteo expondré unos gráficos que muestren las diferencias, considero que es un tema interesante para ver. Por ahora digo: verán que el color de las mezclas entre hiladas (de ladrillos) es diferente, las más claras son con base de cal y las oscuras con concreto cementicio hidrofugado; estas últimas son las barreras horizontales contra la humedad, parte de lo que en obra se conoce como ¨dado hidrófugo¨. Este término se aplica porque, si se aprecian en corte, las caras horizontales y verticales del concreto adicionado con sustancias impermeabilizantes (que tienen compuestos orgánicos) se unen rodeando perimetralmente un macizo de ladrillos de aproximadamente 3 a 5 hiladas de altura, constituyendo una medida de control muy efectiva contra el intercambio de humedad entre cimientos y terreno. Siempre es más probable que las fracturas de la capa protectora se produzcan en los planos horizontales que en los verticales, de manera que éstos se hacen en última instancia. Es mi opinión que en estos trabajos (y todos los que estén destinados a quedar ocultos) el Arquitecto tiene que poner gran atención y control en detalle de su ejecución, tanto o más que cuando supervisamos terminaciones que quedarán a la vista, sucede que las fallas (en estos trabajos) aparecen cuando la obra está casi terminada y su remediación es muy costosa, además de tomar al cliente en franco descenso presupuestario. En este caso, los encuentros entre muros y refuerzos verticales de hormigón serán tratados en detalle, así es que por ahora quedan abiertos.


5/4/08

Las fundaciones (parte III)

Una vez llenados los pilotes, seguimos con las vigas de encadenado inferior, que son estructuras lineales destinadas a recibir las cargas de los muros portantes y transmitirlas hacia los pilotines. Así unos y otras conforman un esquema estático similar a unos pórticos, que además cuenta con las reacciones propias del terreno en el que apoya, disminuyendo la exigencia por flexión de las piezas. Este sistema se utiliza desde hace más o menos 20 años y vino a reemplazar a las tradicionales zapatas corridas de mampostería, cuya confección demanda mucho más tiempo y excavaciones más importantes. Por supuesto, debe complementarse con un buen tratamiento hidrofugante para los muros ya que, si bien el hormigón armado es bastante impermeable, está sometido a presiones hidráulicas de capilaridad como cualquier cimiento enterrado. En la imagen se puede apreciar el zanjeado hecho y el posicionamiento de las armaduras, con una vista más cercana. Otra ventaja apreciable es que la profundidad y el ancho de las vigas, normalmente se corresponde con el tamaño de una pala de mano, lo que implica un ahorro importante en términos de tiempo y de material removido. En este caso las vigas están un tanto altas, por lo que se ha reforzado su armadura de cálculo para evitar futuros asentamientos diferenciales (cuando un sector de la obra hace ceder un poco al terreno) que pudieran provocar fisuras en los muros. Al no ser necesarios los encofrados de madera en todo el perímetro, es recomendable controlar la regularidad de los bordes de la excavación y la estabilidad del perfil excavado, para garantizar que el recubrimiento proteja en forma suficiente los hierros y evitar desperdicio de material y desmoronamientos; si se encuentran sectores deficientes ahí se pueden colocar barandas de madera bien afirmadas.

La obra debe ser un proceso en el cual permanentemente se van evaluando los resultados de cada tarea, para poder hacer cambios o mejoras que acorten plazos de obra o mantengan bajo control el presupuesto de la construcción. Luego de estudiar el comportamiento del personal durante el llenado de los pilotines (recuerden que trabajamos juntos por 1º vez) y el rendimiento de sus máquinas, analicé la conveniencia de traer el hormigón para las vigas de encadenado. En este caso sería una alternativa útil para respetar la pauta presupuestaria del cliente (fuertemente presente) y recuperar días perdidos por lluvia, como consecuencia indirecta mejoraba la gestión del constructor, que empleaba el mismo personal para tareas menos diversas, en algunos casos la economía de recursos (electricidad, agua de amasado) también debe considerarse. Además se evaluó la calidad y homogeneidad del material de llenado, muy difícil de obtener con un amasado en tandas, aún cuando se cuente con el mismo equipo y personal. Nos sorprendió además encontrar que se gastaba menos en insumos contratando el material preparado, con respecto a lo que hubiéramos comprado para prepararlo en obra (una economía de casi $1200 en el total, 8m3 aproximadamente). La tarea hubiera insumido casi 2 días de trabajo con una cuadrilla de 5 personas, de esta manera el mismo plantel logró terminarla en ¡4 horas! Y todos contentos…
Las imágenes muestran una viga en proceso de llenado, un detalle de esquina con las armaduras de prolongación y un sector parcial de la obra.


3/4/08

Las fundaciones (parte II)

Como recordarán, estamos trabajando en un terreno con napas freáticas altas, de manera que nos vimos obligados a llenar los pilotines en presencia de agua, con el apoyo de un equipo de bombeo sumergible. Resolvimos preparar un hormigón ¨seco¨, muy trabajoso para los operarios (para no aumentar la relación a/c –agua cemento-, con la finalidad de alejar la presencia del agua del resto de las fundaciones sin que se ¨lavaran¨ las armaduras; se bombeaba el agua con un equipo eléctrico e inmediatamente se llenaba el hueco cilíndrico, hasta el nivel en el que el pozo se hacía cúbico. Casi simultáneamente se paraba el encofrado de cada pilotín.

En una obra de estas características, siempre pueden faltar elementos a último momento, dando lugar a la aparición de los ¨recursos espontáneos¨ de los operarios más experimentados, como ejemplo muestro la imagen del encofrado de chapa de estos pilotines. Al no contar con tubos plásticos o no llegar la madera para los encofrados a tiempo, se improvisaron moldes con chapas onduladas que, por su conformación, pueden curvarse fácilmente. Decidí acompañar la decisión aunque con dudas, temía que el desencofrado al ser retirado dañara el recubrimiento que protege a los hierros, o que el recubrimiento necesario fuera insuficiente. Comprobamos, al desencofrar algunas unidades (4 días después de llenados) que: el agua subterránea no había ascendido por el pilotín ni lavado el material, el recubrimiento era suficiente y la chapa, al soltar sus ataduras, se despegaba instantáneamente sin dañar el material. Otros elementos, ubicados sobre el muro medianero y por continuarse en columnas para la planta baja, se hicieron con encofrados tradicionales de madera, los que luego de armados fueron afirmados con tierra, para retardar fugas de material y evitar deformaciones en las piezas.
La anécdota es que aquellos que se hicieron en 1º término, al desmoldarlos parecían columnas clásicas griegas, así que dejo el testimonio por si algún día algún arqueólogo despistado inventa alguna historia sobre restos de la antigüedad hallados en el conurbano…



Este es el aspecto que presentaba el lote luego del llenado de los pilotines, se pueden observar las armaduras altas, estos tramos constituirán las llamadas ¨armaduras de empalme¨, a incluir dentro de las columnas o refuerzos verticales, según el caso.

El proceso que más hay que controlar en esta etapa, sobre todo si se está trabajando en un terreno especial, es el manejo del material de llenado. Los operarios, por un problema de trabajabilidad y cansancio, siempre tienden a agregar más agua a las mezclas de lo conveniente; así es que tuvimos problemas al principio porque los dos primeros pilotes se ¨anegaron¨, al sumarse el agua de las napas con la del hormigón. Fue necesario detener el trabajo, explicar las proporciones y mostrarles cómo funcionaba el concepto para mejorar la técnica.
Si están intuyendo que lo que ustedes pretenden hacer no entra en los procedimientos que el constructor (o el capataz) maneja habitualmente, jamás abandonen la obra luego de dejar instrucciones de ¨cambio¨, sobre todo en las etapas críticas. Es preferible reprogramar nuestra agenda y permanecer en el lugar supervisando el proceso; los operarios se sentirán más animados y acompañados, además harán su mejor esfuerzo y sentirán que han incorporado un conocimiento que puede serles útil.