Luego de varias postergaciones (en BA llueve desde hace casi 10 días, inundaciones incluidas), el constructor resolvió llevar a su gente y comenzar las tareas. Lo primero será montar un pequeño obrador para guardar materiales ¨sensibles¨ a la intemperie (cal, cemento), herramientas, etc.. Antes se verificó la existencia de una conexión de agua y electricidad en el lugar, de manera que los pedidos deben estar avanzados para no retrasar los trabajos.
Así se veía el terreno antes de empezar (bastante selvático, no?)
y así estaba hoy
En el medio hubo varios presupuestos de demolición y limpieza, con valores superiores a los $5000 y ofertas muy desparejas (otra por $2500); finalmente se resolvió con un par de vecinos medio desocupados que ¨sudaron la gota gorda¨, dejaron todo bastante limpio y el bolsillo del cliente no sufrió hemorragias tempranas, en resumen: buen negocio para todos. Conviene, antes de empezar, tomar contacto con el entorno del sitio de la obra y conocer a la gente con la que vas a convivir durante meses; no olvides que primero aspirarán el polvo y escucharán los ruidos que tu trabajo produce. Sólo al final te felicitarán por el beneficio que una nueva obra produce en el lugar. Además podés encontrar soluciones alternativas que convengan a todos.
Próxima estación: el replanteo.
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